En este siglo las condiciones laborales han experimentado un cambio radical, se acabó tener un empleo hasta la jubilación. Los jóvenes que acceden al mercado laboral actualmente, ya han asumido que el cambio será lo único constante a lo largo de su vida laboral. Pero en el siglo XX se aceptaba el trabajo duro a cambio de la seguridad ante el futuro incierto, ahora que los empleadores no pueden ofrecer seguridad resulta que los empleados están demandando empleo de calidad y no sólo sueldo. Esta es la razón, en mi opinión, por lo que, aunque en España tenemos un paro estructural alto, las empresas tienen grandes dificultades para retener talento o para encontrar personal debidamente cualificado en ciertos sectores.
Antes se pensaba que la excelencia profesional se conseguía sacrificando la vida personal y familiar, dedicándose en cuerpo y alma al trabajo. Pero si dedicación extrema no proporciona seguridad ante el futuro, ¿De qué sirve el sacrifico? Por esto ahora los jóvenes reclaman que, ya que no tienen un trabajo para siempre, al menos que se lo puedan pasar bien mientras se trabaja y que el trabajo les permita tener una vida extralaboral: aficiones, relaciones personales y familiares, y ocio.
Para muchas personas la vida laboral y la extralaboral son compartimentos estancos que no tienen relación entre ellos, sino que cuando dedicas más a uno, dedicas menos a otro. Pero este punto de vista puede no ser totalmente cierto. Sabine Sonnentag de la Universidad de Mannheim (Alemania) se preguntó si el estrés laboral depende también de la vida extralaboral además de lo que pasa mientras se está trabajando. Y la a respuesta fue que mucho. Vamos a ver por qué.
Estrés y recuperación
A veces se ve el estrés como una reacción puntual, cuando en realidad tiene dos fases: la fase de activación en la que se movilizan los recursos psicofisiológicos necesarios para afrontar la fuente de estrés y la fase de recuperación que consiste en que una vez pasado el momento de actuar, se reponen los recursos fisiológicos y psicológicos gastados y se vuelve a la situación inicial.
Aplicando esto a las exigencias en el trabajo, el estrés no se acaba cuando se ha acabado de realizar un esfuerzo, sino tras un periodo de tiempo, cuando uno se ha recuperado y está listo para un nuevo reto. Pero si las exigencias laborales siguen presentes una vez acabada la jornada laboral, ya sea en forma de mensajes o de pensamientos, o el trabajador está expuesto a otras fuentes de estrés de carácter extralaboral, entonces se produce una interferencia en el proceso de recuperación y el trabajador no está en óptimas condiciones al día siguiente al ir a trabajar.
La recuperación es el punto clave que distingue el estrés agudo del estrés crónico y debe ser distinguida del mero descanso y el simple reposo. Cuando se realiza un esfuerzo continuado se produce un cansancio que se acaba después de un cierto tiempo de descanso, pero si la actividad no se interrumpe se llega a la fatiga que es un estado en la que hay que aumentar el esfuerzo para mantener el rendimiento, que se contrarresta con el reposo, finalmente si no hay reposo, se produce el agotamiento que es el estado en el que ya no se tienen fuerzas (mentales o físicas) para mantener la actividad y que solo desaparece con el transcurso del tiempo y con actividades suficientes para que haya una recuperación total.
La investigación sobre las actividades de recuperación no deja lugar a dudas, involucrarse en actividades de ocio (deportivas, sociales o creativas) llevan a un mayor bienestar a la hora de irse a dormir y a mayor vigor al día siguiente en el momento de ir a trabajar, este efecto es especialmente claro con actividades que impliquen ejercicio físico. Las actividades pasivas de descanso, como ver series en TV, no tienen este efecto. Actividades que implican dispositivos electrónicos con pantallas, como juegos electrónicos, si implican un retraso en la hora de irse a dormir, están asociadas con peor calidad del sueño y más fatiga al día siguiente. En cambio, si esas actividades no afectan a las horas de sueño tienen un efecto de recuperación especialmente importante porque aseguran una desconexión mental del trabajo.
Si se investigan las experiencias de recuperación durante el tiempo libre, también se llega a la misma conclusión, a más experiencias de recuperación, mayor bienestar al final del día y mayor vigor y motivación al día siguiente.
La evidencia empírica también ha descubierto que estos procesos de recuperación se pueden producir, a diferente escala, durante la jornada laboral, en las pausas en el trabajo, durante el tiempo libre diario después del trabajo, y en los fines de semana o durante las vacaciones.
Un dato que no es nada banal se refiere a que, junto con la propia experiencia de recuperación, también es importante la experiencia de recuperación del cónyuge. Las actividades extralaborales realizadas en pareja favorecen la recuperación y la experiencia de recuperación del cónyuge parece ser un factor importante para experimentar recuperación uno mismo.
La Paradoja de la recuperación
Parece ser que el modelo de la recuperación funciona y bien. Esto llevaría a una fácil solución: si alguien tiene estrés laboral que se vuelque en actividades de ocio y lo compensará. Pero no es tan fácil, la paradoja de la recuperación representa un grave obstáculo.
La paradoja de la recuperación ha sido descrita con precisión por la profesora Sabine Sonnentag. Esta paradoja parte de que las actividades y experiencias de recuperación no sólo predicen el bienestar, sino que el bienestar también favorece las actividades y experiencias de recuperación. Los estudios intrapersonales han demostrado que el bienestar y el afecto positivo al final de la jornada laboral están relacionados con la elección de actividades de recuperación y con tener experiencias intensas de recuperación, pero cuando se experimentan emociones negativas al final de la jornada laboral, es menos probable elegir actividades de descanso activo. Un hecho especialmente dramático es que a más ansiedad se tenga al acabar la jornada, más difícil es conseguir la desconexión mental de trabajo. O sea que las actividades y las experiencias de recuperación aparecen con más facilidad cuando menos necesarias son; en cambio en los momentos de gran estrés laboral es cuando cuesta más implicarse en actividades y experiencias de recuperación. Esta es la paradoja de la recuperación.
Recuperación y resiliencia
El pico de activación en situaciones de estrés es algo patente que llama la atención de las personas que lo sufren, pero la recuperación, o mejor dicho su ausencia, es algo que puede pasar desapercibido o que se subestima. Se suele ser más consciente de que uno está estresado que de que aún falta algo de descanso para estar en forma. Es como cuando uno vuelve al trabajo enseguida después de una gripe y se da cuenta que, aunque ya no tenga fiebre, aún está fatigado.
Hay que ser consciente de que estar atento a la recuperación y respetar sus tiempos es extremadamente útil. Ante la misma situación estresante una persona que esté recuperada responderá con menos intensidad que una que no se ha recuperado aún. Si se van repitiendo los episodios de estrés y recuperación, se puede entrenar la resiliencia, es decir adaptarse a las situaciones estresantes. Sin embargo, enfrentarse a situaciones estresantes antes de haberse recuperado totalmente provoca que se inicie un círculo vicioso en el que aumentan progresivamente las reacciones al estrés y cuesta cada vez más recuperarse.
El entrenamiento de la resiliencia no es sólo una responsabilidad individual. Las empresas pueden facilitar los descansos a lo largo de jornada, fomentar las aficiones extralaborales de los empleados y respetar el tiempo de desconexión, con lo que conseguirían mejorar la resiliencia de sus empleados.
Conclusiones
Visto lo que sabemos sobre la vida después del trabajo, creo que está muy justificado que los jóvenes busquen un trabajo que les permita tener una vida propia y que se puede llegar a las siguientes conclusiones.
La recuperación es un derecho y una necesidad. Tener una vida, el poder relajarse y realizar diferentes actividades agradables cuando se acaba de trabajar, no solo se tiene que ver como un derecho de los empleados, algo a lo que aspiran, sino que también es una necesidad para rendir adecuadamente en el trabajo. Los jefes tendrían que recomendar a sus empleados al acabar la jornada: ¡Diviértete y olvídate del trabajo, disfruta!
La recuperación del trabajo cobra más importancia en la era del trabajo digital. El desarrollo tecnológico ha traído de la mano el teletrabajo, la digitalización, la automatización de las tareas más básicas, el hiper control automatizado del empleado y la comunicación a distancia de los equipos de trabajo sin contacto personal. Estas circunstancias no hacen más que resaltarla importancia de prestar atención a la recuperación y al tiempo libre fuera del trabajo para poder hacer frente a las condiciones actuales de trabajo digitalizado
La recuperación del esfuerzo del trabajo se puede y debe fomentar. La recuperación del estrés laboral y el fomento de la resiliencia no debe ser exclusivamente una responsabilidad individual, que también lo es, sino que se puede fomentar desde las empresas y desde la comunidad, para que el esfuerzo laboral sea saludable y se limite a exprimir los recursos personales hasta el agotamiento.