Plataforma Laboral Life
La revolución digital ha transformado profundamente el mundo del trabajo. Por mucho que añoremos la era analógica y que advirtamos sobre las amenazas del uso interesado de las redes sociales y de la inteligencia artificial, los cambios sociales producidos por la digitalización son irreversibles.
En el mundo de las empresas, la digitalización se ha producido en tres ámbitos: El primero es el de la automatización, que sigue la estela de la ingeniería industrial electromecánica, en el sentido de sustituir el trabajo físico por máquinas. Los ejemplos más claros son el uso de robots y de dones para realizar tareas que hasta hace poco se necesitaban trabajadores humanos. Las consecuencias son que se requiere una nueva organización del trabajo y que se cambian profundamente las demandas de capacitación de los trabajadores, ahora ya no son necesarios muchos trabajadores con fuerza física y habilidades manuales, sino unos pocos con competencias en programación y control digital de los sistemas y de las máquinas.
El segundo ámbito es el de la digitalización propiamente dicha, que consite en convertir en datos digitales la información sobre el entorno y el mundo real. Los resultados han sido el internet de las cosas, los asistentes virtuales, la realidad virtual aumentada, la impresión 3-D o a la inteligencia artificial aplicada a la empresa. Esta digitalización tiene profundas consecuencias en la organización del trabajo y algunas de ellas aún no son patentes. Pero por el momento se puede apreciar que provoca fragmentación del trabajo, riesgos de vulnerar la intimidad, uso no transparente de datos personales y promoción de la contratación no permanente.
El tercer ámbito es de las plataformas digitales, que tienen como objetivo emparejar oferta y demanda y que afecta esencialmente al transporte, al reparto de productos de consumo y a los servicios online. Este sistema trastoca especialmente la organización del trabajo y genera un estatus de trabajador totalmente ambiguo que es a la vez empleado por cuenta ajena y autónomo.
No tenemos otro remedio que incorporar la digitalización intentando potenciar sus ventajas y minimizar los inconvenientes, para ello hay que señalar cuáles son las paradojas de la digitalización, es decir aquellos puntos en los que buscando una mejora podemos encontrar un empeoramiento de las condiciones de trabajo y de la calidad de los servicios ofrecidos por las empresas.
Creo que hay 5 paradojas que debemos abordar de entrada para tener una digitalización que represente un progreso social:
* La paradoja de la autonomía: Muchas personas buscan ganar autonomía entrando en la economía digital, especialmente en el ámbito de las plataformas digitales y se encuentran que, en lugar de estar controlados por un jefe, están controlados por un algoritmo. El problema de los algoritmos es que no se puede negociar con ellos.
* La paradoja de tiemp: El teletrabajo representa un ahorro evidente de tiempo en traslado del hogar al centro de trabajo, pero se ha visto que este ahorro de tiempo se ve reducido por un aumento de las horas laborales caseras y de la dificultad de desconexión mental del trabajo.
* La paradoja de la privacidad: Trabajar solo ante una pantalla sin necesidad de hablar con compañeros o supervisores, puede producir una falsa sensación de privacidad. La realidad es que todo el trabajo digital es absolutamente rastreable, conocido pro las empresas y podría hacerse público en cualquier momento.
* La paradoja de la inclusión: La digitalización representa poder ofrecer servicios (tanto privados como públicos) a cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento. Sobre el papel, esta capacidad de poder contactar a partir de un móvil con cualquier empresa o con la administración hace que los servicios digitales sean universales y sin barreras. Pero la realidad es que la brecha digital excluye de estos servicios a personas sin habilidades digitales ya sea por razones de edad, formación, cultura o recursos.
* La paradoja de la comunicación: La digitalización ha potenciado la comunicación entre las personas de forma extraordinaria. La cantidad de mensajes ha aumentado exponencialmente, la inmediatez está asegurada y una persona puede conectarse con cantidades ingentes de interlocutores. Pero resulta que estas comunicaciones no aseguran el fortalecimiento del grupo de trabajo mediante lazos sólidos, ni mejora la confianza de los usuarios en lo proveedores de productos o servicios. Más comunicación no significa necesariamente más vinculación.
En resumen, bienvenida sea la digitalización, pero protegiendo la autonomía, el control del propio tiempo, la inclusión, la privacidad y las relaciones humanas de trabajadores y usuarios.
Jordi Fernández-Castro
Grupo de Investigación en Estrés y Salud (GIES)
Universidad Autónoma de Barcelona.