El sentido de la equidad y la voluntad de cooperación son dos principios morales necesarios para el progreso social. Sin embargo, existen una fuerte tendencia a considerar que la naturaleza humana es, en esencia, egoísta y competitiva y que la equidad y la cooperación sólo se consiguen con un gran esfuerzo de educación y desarrollo moral que tienen que vencer la tendencia natural a procurar por uno mismo sin preocuparse de los otros.
Pero; ¿Podría ser al revés? ¿Podría ser que la tendencia innata sea cooperar y confiar en el grupo? y que sean las condiciones sociales las que vencen esa tendencia y nos hacen desconfiados. Vamos a verlo.
Empecemos con los animales, ahora se suele señalar cualidades en los animales que hasta hace poco se pensaba que eran solamente humanas: tener emociones, capacidad de sufrimiento, conciencia, amistad, lealtad y otras. Tenemos que reconocer que muchos comportamientos que consideramos humanos los compartimos con el resto de los animales, especialmente si nos fijamos en los primates. ¿Pero podemos hablar de equidad y cooperación en el mundo los primates?
Sara F. Brosnan y Frans B. M. de Waal publicaron en 2003 en la prestigiosa revista Nature un estudio en el que unos monos capuchinos tenían que dar una ficha a un experimentador humano que, a cambio, les daba una rodajita de pepino. Los monos realizaban esta tarea de en de jaulas contiguas de dos en dos, con lo que cada uno veía lo que hacía el otro. En un momento dado, en lugar de rodaja de pepino uno de los monos recibía una uva (una golosina para estos animales), mientras que el otro seguía recibiendo el pepino. Al darse cuenta de esta diferencia de trato, los monos agraviados se agitaban, rechazaban el pepino y dejaban de hacer la tarea (Mejor es verlo en este vídeo: (https://www.youtube.com/watch?v=-KSryJXDpZo) La protesta de los monos se debió a recibir una recompensa de menos valor ante el mismo trabajo y evidencia una aversión a la falta de equidad que hasta parece humana, si hubiese sido una persona diríamos que es una respuesta de dignidad. El animal renuncia a un poco de alimento porque aparentemente se cree tratado injustamente, es decir que hay algo más importante que comer. La clave de este experimento es que cuando el mono renuncia a seguir jugando para obtener comida a cambio de fichas, está rechazando alimento. La motivación para alimentarse es básica para la supervivencia y si el mono pone algo por encima de la alimentación, será por alguna razón poderosa, no por capricho. Vale la pena preguntarse de dónde proviene esta aversión a la inequidad y la respuesta es que la aversión a la falta de equidad aparece en aquellas especies que cooperan para obtener alimentos y defenderse de los peligros. Los monos capuchinos, los chimpancés, los bonobos y algunas especies de macacos se caracterizan por la cooperación en grupos sin lazos de parentesco y muestran aversión a la falta de equidad. En cambio, no se ha hallado esta reacción en monos araña, ni en orangutanes que son primates poco cooperadores.
Aversión a la falta de equidad de primer y de segundo orden.
En conclusión, en algunas especies de primates aparece la aversión a la falta de equidad desfavorable cuando uno mismo es el perjudicado. ¿Pero puede haber aversión a la falta de equidad cuando uno es el favorecido el que tiene el privilegio? Pues también, Brosnan y De Waal denominaron a la primera situación aversión a la inequidad de primer orden y a la segunda aversión a la inequidad de segundo orden. Vamos a ver esta segunda, en un experimento del Yerkes National Primate Research Center, se facilitaba a chimpancés una caja con 30 fichas, 15 verdes y 15 rojas, si escogían una roja y se la daba al experimentador éste le daba un poco de comida, pero si la ficha era verde entonces le daba comida al chimpancé que había escogida la ficha y también a otro que estaba en una jaula contigua. Resulta que los animales escogían las fichas verdes con más frecuencia que las rojas. Además, si el compañero llamaba la atención del primer mono aumentaba aún más la elección de las fichas verdes, pero si el compañero hacia gestos agresivos y de presión entonces disminuían a la frecuencia de elección de estas fichas. Por lo tanto, la respuesta es sí, entre los primates, al menos los chimpancés, puede realizar conducta prosocial y favorecer a otros sin que represente, aparentemente, ningún beneficio material inmediato paramuno mismo.
Además, los chimpancés y los monos capuchinos son capaces de pagar por el trabajo, cosa que no se produce en otras especies. “Pagar por el trabajo” consiste en lo siguiente: si dos animales deben colaborar para obtener comida y sólo se le recompensa a uno de ellos, entonces el no recompensado pierde interés en la tarea y no colabora. La solución es que el animal que sí obtiene la recompensa, la reparta con su compañero, en el mundo animal eso es pagar por el trabajo de forma equitativa y solamente algunas especies de simios son capaces de hacerlo.
Resumiendo; hay algunas especies animales que han desarrollado la capacidad de cooperar en grupos no ligados por el parentesco como herramienta de supervivencia y adaptación al medio. De entre todas ellas destacan algunas especies de primates, como los chimpancés o bonobos que forman grupos que cooperan para obtener comida, almacenarla y repartirla, así como para protegerse mutuamente de peligros externos. Y, naturalmente, también el homo sapiens evolucionó y sobrevivió gracias a la capacidad de cooperar.
El juego del ultimátum
El sentido de la equidad se puede estudiar en seres humanos mediante el juego del ultimátum. En este juego hay dos jugadores, el que propone y el que responde. Al que propone se le dice que dispone hipotéticamente de 100€ y que debe proponer una distribución de ese dinero entre él mismo y el otro jugador. Puede hacer cualquier propuesta, desde quedarse todo hasta darle todo al otro. El que responde tan sólo puede aceptar o rechazar la oferta, si la acepta el dinero se reparte tal y como ha dicho el que propone, sea lo que sea, pero si lo rechaza, entonces ninguno de los dos se lleva nada. Si se analiza desde un punto `de vista racional, si el proponente plantea quedarse con todo, el que responde lo rechazará seguro porque tanto aceptando como rechazando gana lo mismo: 0€. Pero si la propuesta es de, por ejemplo 95 € para el que propone y 5€ para el otro, si éste la rechaza, lo que hace es perder 5€. Si lo que primase en el segundo jugador fuese sólo el beneficio económico, debería aceptar cualquier propuesta que sea diferente de cero, porque no la puede cambiar y rechazarla significa perder dinero, aunque sea poco. Pero los resultados reales contradicen el principio de la Economía Experimental de que las personas son racionales y persiguen optimizar el beneficio económico. La realidad es que se rechazan mayoritariamente las ofertas por debajo de 25€ e incluso hay quien no acepta repartos que no sean al 50 por ciento, y por otra parte los que proponen el reparto tienden a hacer propuestas equitativas del 50-50 o del 60-40). Es decir que las personas, al igual que los monos capuchinos, prefieren perder dinero antes que aceptar una situación indigna por injusta (bueno, injusta para uno mismo), y por otra parte prefieren ser equitativos a ganar más que otros sin más méritos. En el juego del ultimátum, la aversión a la falta de equidad de primer orden es la quien rechaza un reparto desequilibrado, y la de segundo orden es la de aquellos que proponen un reparto del 50%. Este efecto, se ha comprobado, además, en diferentes culturas, siendo más acusado en las culturas menos individualistas
Moral de chimpancé y moral humana.
Oliver Scott Curry, Daniel Austin Mullins y Harvey Whitehouse del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de la Universidad de Oxford publicaron en 2019 una investigación que presentaba 7 principios morales relativos a la cooperación comunes a 60 culturas diferentes del todo el mundo y que los autores proponen como principios candidatos a ser valores universalmente compartidos. Estos principios son los siguientes:
1. Ayudar a los miembros de la familia
2. Ayudar a los miembros del grupo
3. Actuar con reciprocidad con el resto de las personas
4. Ser valiente
5. Respetar a los superiores
6. Compartir o dividir cuando hay disputas
7. Respetar la propiedad de los demás
Creo que se puede sostener que los humanos compartimos con los chimpancés, y probablemente con los bonobos, el principio moral de la cooperación porque, a la vista del conocimiento actual, fue clave en la supervivencia de nuestros antepasados
Pero, por otra parte, la moralidad humana es algo más que la moralidad del chimpancé debido a que los humanos disponemos del don del lenguaje que permite la construcción de realidades abstractas; además con la evolución cultural de las sociedades humanas, se han sofisticado las normas socialmente aceptadas. Un chimpancé puede cooperar con otro chimpancé concreto, que esté presente, que lo conozca, lo vea y lo oiga; pero no con símbolos que representen a un chimpancé o con la idea abstracta de otro chimpancé. Esta percepción de lo concreto hace que la moral cooperativa del chimpancé se restrinja a su propio grupo y no a cualquier otro congénere desconocido. Por eso, cuando los humanos cooperan con otros humanos independientemente de su género, raza, nacionalidad, religión, edad o cualquier otra característica individual está llevando a la práctica la moral específicamente humana que tiende a buscar principios universales. No obstante, en muchas ocasiones los humanos cooperan exclusivamente con su propio grupo y compiten con los otros grupos sociales. En “El instinto de la equidad” (Ver https://jfernandezcastro.com/?p=691) he expuesto como se desarrolla el comportamiento cooperativo.
La empresa como estructura de cooperación
En el mundo de la economía se valora naturalmente la competitividad de las empresas, olvidando, a veces, que una empresa para ser competitiva, es decir perdurar, debe ser una estructura de cooperación para obtener beneficios mutuos. En una empresa vista como estructura de cooperación se entiende que todos los implicados sean equitativos con el resto. Cooperar significa que trabajadores, proveedores, clientes, inversores, directivos deben buscar su propio beneficio siendo consciente que el límite del beneficio propio es el beneficio de los otros.