Plataforma Laboral Life

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Claves de los equipos de alto rendimiento

Sus dinámicas son tan poderosas que son capaces de multiplicar y de dividir por sí mismas las capacidades individuales. Tanto en la empresa como en la vida, tenemos mucho que aprender de los equipos deportivos de alto rendimiento.

Para alcanzar resultados extraordinarios necesitamos un equipo de alto rendimiento. Y es también el caso de los equipos deportivos o empresariales que logran objetivos ambiciosos. El talento de un equipo no lo determina la suma de las capacidades de sus integrantes. De hecho, estas pueden ser superiores o inferiores a la del conjunto. Todos conocemos profesionales que brillan en un equipo, pero que en otro solo parecen una sombra. Las dinámicas de los equipos son tan poderosas que son capaces de multiplicar y de dividir por sí mismas las capacidades individuales.

¿Qué tienen en común todas esas historias de éxito? Es evidente que el mal ambiente, el mal rollo y la tensión lo invade todo en algunas organizaciones.

El ambiente laboral es un ecosistema vivo que puede transformarse, evolucionar con el tiempo y las circunstancias, puede ser positivo o totalmente tóxico. Las organizaciones que no se preocupan de llevar a cabo acciones prácticas para fomentar un buen clima corren el riesgo de obstaculizar el desarrollo profesional de sus colaboradores y acabar convirtiéndose en esas organizaciones que pierden su razón de ser y se ven abocadas a ese final oscuro que cualquiera temería. Por el contrario, crear una cultura laboral positiva puede hacer verdaderas maravillas.

Algunas de las razones por las que cualquier organización debe cuidar su clima laboral son:

El buen rollo contagia. La felicidad es contagiosa, así que los colaboradores contentos con su trabajo alientan a sus colegas. Los empleados que disfrutan de su trabajo son más productivos y más exitosos y ello conlleva un aumento de la confianza en sí mismos y reducir el estrés.

Creer en el proyecto genera compromiso. Unos de los objetivos fundamentales de cualquier organización debe ser que cada una de las personas que forman parte de ella, crean en ella, en sus metas y en su proyecto como si fueran propios, porque comparten su propósito. Un equipo orgulloso de su empresa es fundamental.

Cerebros más sanos. El cerebro funciona mejor cuando somos felices y esto no pasa porque el éxito contribuya a nuestra felicidad, sino que nuestra felicidad contribuya a nuestro éxito. El optimismo es el mejor indicador del éxito laboral ya que ayuda a que nuestro cerebro visualice más posibilidades.

Cultura de apoyo. Los empleados que trabajan en un entorno saludable, en el que no impera la cultura del miedo, están más dispuestos a apoyar a sus compañeros y colaborar más en los proyectos comunes. En un clima laboral positivo, los colaboradores tienden a conocer mejor a sus colegas y a charlar, logrando sentirse más cómodos compartiendo conocimientos, opiniones, ideas… La colaboración y la comunicación entre los miembros de un equipo, entre otras muchas cosas, garantizan una mayor resolución de problemas.

Atrae talento. Hoy en día es muy fácil conocer cómo es el entorno de trabajo de cualquier organización y las nuevas generaciones buscan un lugar de trabajo en el que puedan tener una vida laboral satisfecha y equilibrada. Es de sentido común: un buen clima laboral ayuda a retener el talento así como a atraer a los futuros miembros del equipo con los que querríamos trabajar.

Más creatividad. Cuando hay buen rollo, los empleados están más motivados para trabajar en nuevas ideas. La innovación es el pilar de cualquier organización que quiera perdurar, y los colaboradores felices están más predispuestos a estar inspirados y ser creativos.

Sentido del humor. Reírse con los demás y hasta de nosotros mismos, nos hace ver las cosas con más perspectiva.

Las personas pasamos una proporción muy importante de nuestras vidas en el trabajo, por lo que el ambiente de trabajo juega un papel decisivo en nuestra salud, en la salud de la organización y en la satisfacción de todo nuestro equipo.

Ayudas a que los equipos de alto rendimiento, mejoren el día a día de las organizaciones.



1. Compartir un propósito común. Los integrantes de un equipo excelente persiguen un mismo objetivo. En el deporte suele ser fácil de identificar: ganar un partido o el campeonato. En el mundo de las organizaciones el propósito común no siempre está tan compartido. Mientras unos desean mejorar el beneficio, otros anteponen permanecer en su puesto a cualquier precio. Si no hay propósito común es difícil que haya alto rendimiento. Todos los integrantes del equipo deben perseguir un mismo objetivo. Si no es así, se debe dedicar tiempo a trabajarlo o a tomar decisiones para que todos remen en una misma dirección.

2. Claridad en los roles y expectativas de cada uno. En el baloncesto se sabe quién es el base o el pívot, dos de las demarcaciones del juego. Eso no significa que los jugadores no puedan intercalar funciones en algún momento, pero existe cierta claridad y una expectativa de dónde van a estar posicionados en la cancha. Esto mismo debe de trasladarse a los equipos en las organizaciones. Es importante clarificar los roles, que sean complementarios, y definir las expectativas que se tienen sobre los demás y sobre uno mismo. De este modo se evitan conflictos y malas interpretaciones. Para lograrlo, antes de comenzar cualquier proyecto hay que analizar las expectativas cruzadas y conversar sobre ello.

3. Confianza en los miembros de tu equipo. No se puede ganar un Mundial, ningún campeonato, ni alcanzar objetivos de venta, o de lo que sea, si no se confía en el compañero. La ausencia de confianza genera miedo, reproches o excusas de cualquier tipo. Un equipo de alto rendimiento se construye sobre la confianza. Sobre la certeza de que los demás van a dar lo mejor de sí mismos en aras del objetivo común. Normalmente, esa confianza suele sobrepasar los límites puramente profesionales.

4. Fuerte empatía. Más allá de la confianza, hace falta empatía hacía los compañeros. Esta habilidad supone conocer al otro y ponerse en sus zapatos. Cuando se alcanza ese nivel se consigue un carácter como equipo.

5. Calidad de las conversaciones. La confianza se alimenta de buenas y atractivas conversaciones, tanto de lo que se comparte como de lo que se piensa. Se pueden definir buenos procesos, pero es el día a día el que se encarga de que haya errores, fracasos o problemas de planificación. Si no existe la capacidad de conversar sobre lo que nos molesta, o sobre lo que nos hemos equivocado, será difícil que se construyan relaciones sólidas entre los miembros del equipo. El éxito, por tanto, estará un poco más lejos.

6. Reglas de juego definidas y compartidas. El mundo de la empresa toma prestado del deporte el término de reglas de juego para el funcionamiento de determinadas dinámicas sutiles que deben ser compartidas por todos sus integrantes. Solo de este modo se mantiene la cohesión del equipo y se alcanza un rendimiento excelente y sostenido en el tiempo.

A esos aspectos, le podemos añadir algunos criterios para crear equipos que funcionen y que tengan éxito como:

1. Especialización. Si bien los integrantes tienen conocimientos y habilidades en una o más disciplinas, también deben prepararse para intercambiar funciones.

2. La formación o selección de los integrantes del equipo. Las organizaciones forman o seleccionan a sus miembros centrándose en habilidades individuales, condiciones psicológicas, etc.

3. Evaluación. Algunos equipos se miden solo por resultados. Otros se miden también por la forma y el proceso en que se realizó la tarea.

4. Estilo del equipo. Todo equipo tiene un estilo que lo caracteriza y se forma por acuerdos internos, por los recursos, por el estilo personal, los conocimientos y experiencias previas de los integrantes y del conductor, por su historia, etc.

5. Calidad. Los equipos tienen como requisito el cumplimiento de estándares de calidad. La calidad del líder influye en su consecución.

6. Pactos. Los pactos de los integrantes del equipo generan cohesión.

7. Ética y motivación. Los principios éticos motivan a los integrantes del equipo.

Los Equipos Eficaces se basan en la sinergia. Y un ejemplo de sinergia se produce en el baloncesto. Así, Pepu Hernández dice que «el equipo resulta de la suma de voluntades, porque para vencer se necesita que todos sean partícipes de lo que se está construyendo, que es importante generar confianza y transmitir ilusión a la gente». Y «aunque el “ordeno y mando” resulte más sencillo, no ayuda a alcanzar el éxito pleno. Además es fundamental delegar y definir las tareas entre los miembros del equipo, porque toda misión es relevante». Junto a ello, es preciso entender que «para que haya evolución, debe haber riesgo. De lo contrario se produce el estancamiento».

Las sinergias empiezan por buenas relaciones interpersonales (en la línea de buen rollo), junto al reconocimiento del saber de cada una de las personas que conforman el equipo y un proyecto común participativo. A estos tres aspectos, hay que añadirle la comunicación, la participación y el liderazgo. Con estos 6 aspectos los equipos pueden llegar más fácilmente al éxito. Junto a ello, recordemos al sentido común, sentido del deber y sentido del humor, a lo que vale la pena sumar dosis importante de empatía y confianza, teniendo todo el mundo claros sus roles y saber que se espera de cada una de las personas.

Joan Carles March Cerdá.
Profesor e investigador en el ámbito de la salud pública. Divulgador sanitario.


Lunes, 19 de diciembre de 2022

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