Plataforma Laboral Life
Duermes pocas horas al día y te levantas ya cansado. Te gustaría que el día tuviera 30 horas en lugar de 24. Vas de un sitio a otro corriendo, y cuando haces una cosa ya estás pensando en la siguiente. Terminas por la noche sin un poquito de fuerza, y las noches se alternan entre aquellas en que te duermes por los rincones. Y aquellas en qué a pesar de haberte ido a la cama tarde, tus pensamientos te mantienen despierto.
Sientes que pierdes la paciencia por cualquier cosa, y de repente sin saber como ni por qué, te entran ganas de llorar, o de gritar, o de irte.
El fin de semana parece que ayuda un poco, algunos los aprovechas al máximo para hacer cosas, otros no te sientes con demasiadas fuerzas para hacer nada y descansas. Sea como sea, pasa en un abrir y cerrar de ojos, y cuando de repente te encuentras a domingo por la tarde, el corazón ya se te acelera.
Si te resulta familiar esta situación, es muy probable que tengas estrés. Pero estrés del de verdad.
Y, ¿cómo se sale de este bucle? Pues si ya has leído mi libro "De la ansiedad al bienestar", seguramente conoces un montón de pautas que pueden ayudar a aliviar estos síntomas que el estrés provoca y que estás experimentando, así como hábitos de autocuidado, y si lo has puesto en práctica puede ser que hayas sentido que mejora, pero que no desaparece.
Esto sucede, porque el estrés aparte de los componentes internos (muy parecidos a la ansiedad) tiene otros componentes de ambiente que si no se resuelven hacen que la situación persista. En otras palabras, que con las técnicas resolvemos el síntoma, pero no resolvemos la causa.
En términos generales hay 3 grandes grupos de causas de estrés:
• Estilos de afrontamiento: ciertamente los estilos de afrontamiento e interpretación de la situación pueden hacer que se vivan con más estrés determinadas situaciones. En estos casos es imprescindible el trabajo terapéutico para el abordaje y cambio de las creencias y patrones que mantienen estos estilos de afrontamiento, así como el aprendizaje de otros nuevos que nos resulten más saludables.
• Factores estresores inherentes al lugar de trabajo: hay trabajos que por si solos ya significas una fuente de estrés, en estos casos es crucial que desde la propia empresa se ofrezcan turnos suficientemente espaciados y/o rotación de tareas de distintos grados de estrés durante la jornada laboral para permitir la recuperación física y psicoemocional. Un ejemplo lo encontramos en los controladores aéreos.
• Factores estresores sobrevenidos: hay entornos laborales en los cuales es el entorno y la propia organización lo que hacen que resulte estresante, esto además se ve acusado si sucede en trabajos donde hay ya estrés inherente. En estos casos es muy importante que sea la empresa la que garantice y favorezca un entorno laboral amable y de cuidado.
Es bastante probable que hayas podido identificar estos escenarios, ya sea en ti mismo o en personas cercanas.
Por suerte encontramos cada vez más empresas concienciadas en prevenir el estrés y cuidar la salud de sus empleados, y vemos como algunas ofrecen matrículas a gimnasios, servicios de fisioterapia y psicología, etc. Y eso es muy buena iniciativa, la verdad.
Pero a mi parecer se queda corta, porque se centra en la persona como individuo, creando además la sensación que la responsabilidad de tener estrés recae en la persona, y quizá sin darse cuenta culpabilizándola.
Si de verdad se quiere terminar con el estrés, es imprescindible que las empresas pongan atención también en crear un entorno que permita suavizar el estrés proveniente de factores inherentes, y que se pongan esfuerzos en prevenir, detectar y resolver los factores sobrevenidos relacionados con el clima laboral y relacional establecido en la empresa, para evitar que haga falta tener que escoger entre trabajo y salud.
Al trabajo habría que hacer salud, no perder-la.
Resolver el estrés tiene que ser una tarea de equipo.
¡Cuidémonos!
Anna Masnou-Roig
Psicóloga