No cabe duda de la preocupante tendencia actual al alza de problemas de salud mental, una realidad que afecta al conjunto de la sociedad.
Actualmente, se estima que 1 de cada 4 personas sufrirá un trastorno mental a lo largo de su vida, y que los problemas de salud mental se establecerán como primera causa de discapacidad en el 2030. En nuestro país, 4 millones de personas sufren depresión y otro 15% añadido, cuadros de ansiedad o estrés. Además, somos el primer país en tasa de consumo de psicofármacos a nivel europeo, generando un importante impacto en la salud de la población y en la sostenibilidad del Sistema. En el extremo más dramático, las cifras actuales nos alertan sobre una sociedad que enferma por momentos, habiendo registrado en el pasado año el mayor número de suicidios: un trágico promedio de 11 suicidios diarios y 2 intentos cada hora en nuestro país. Si además en esta ecuación profundizamos incluyendo perspectiva de edad, podemos descubrir una nueva generación que hereda e incrementa en intensidad nuestra tendencia al alza de la patología mental, incidiendo de forma especialmente preocupante en la infancia y adolescencia.
Un minuto para la reflexión, pero los datos hablan por si solos.
Vivimos en una sociedad de conexión continua que genera una sobreexcitación cognitiva continuada, hiperexigencia y multitarea que acelera la vida de una sociedad que va pidiendo a gritos un poco de serenidad y pausa.
Así que, definitivamente no, la salud mental no es una moda ni una tendencia transitoria. Los tiempos que vivimos y las demandas emocionales y cognitivas generan la necesidad de acercar nuevos abordajes y planteamientos que permitan revertir y paliar esta situación.
Impacto en el ámbito laboral.
Me gusta pensar que las empresas, como microsistemas, son un inevitable reflejo de la sociedad en la que vivimos. Sin duda alguna, con los datos y perspectivas actuales, una organización compuesta esencialmente por PERSONAS no puede ser ajena a esta realidad, y las necesidades que tenga el mundo serán igualmente y en menor escala, las que se proyecten en cada uno de los pequeños (o grandes) ecosistemas laborales.
Como no podía ser de otra forma, los últimos estudios referidos al impacto de la salud mental en el ámbito de las organizaciones señalan que la evolución de la patología mental y comportamental ha sufrido un incremento significativo mostrando una tendencia al alza en los últimos años, siendo actualmente la segunda causa en generación de días de baja, por detrás de la patología musculo-esquelética. La duración media de los procesos con baja por salud mental se sitúa ya en más de 120 días por proceso, y supone solamente para las empresas unos 2.000 euros de media en costes directos de cotización y seguros sociales (sin contar los complementos voluntarios ni los costes indirectos por sustituciones, afectaciones ni gastos sanitario).
Sin duda, el coste económico es solo un reflejo del enorme impacto que el sufrimiento y la enfermedad tienen para las personas que lo padecen, afectando indudablemente a su entorno, a las empresas y a la sociedad en general. Comenzaba este apartado diciendo que “me gusta pensar que las empresas como microsistemas, son reflejo de la sociedad en que vivimos”, e inherentemente, en este punto hay una gran oportunidad de retorno que también funciona en sentido inverso: las empresas, a través de nuestros valores, proyectos y políticas de salud, también podemos proyectar nuestra visión contribuyendo a mejorar el mundo y nuestra sociedad.
Las empresas como agentes de cambio: el reto de asumir el liderazgo en salud mental.
Para lograr este objetivo y conseguir políticas eficaces, reales y duraderas que protejan y promuevan la salud psicológica y emocional, estas deben asentarse sobre los firmes pilares de la prevención de riesgos laborales. No se puede sustentar una auténtica salud mental de otra forma si no es sobre unas condiciones psicosociales dignas que garanticen la salud de los trabajadores.
El diseño en el origen implica, por tanto, conocer, gestionar y mejorar los factores organizativos asumiendo la responsabilidad desde la más alta dirección, desde el compromiso de quien gestiona y decide la estructuración de estas condiciones y puede por tanto, generar desde la base un impacto positivo en la organización.
Políticas eficaces de salud mental, las claves.
En este punto y convencidos de la necesidad de intervención y con voluntad de asunción de responsabilidades, la pregunta es obvia… ¿Cómo implementar una política real y eficaz de salud mental en mi empresa? Indudablemente, la respuesta se encuentra indisociablemente ligada a la calidad e integridad de la política global de salud existente, y al grado de incardinación de sus principios fundamentales como valores de la compañía.
Aunque cada organización debe diseñar y ajustar su plan a las necesidades e idiosincrasia concretas, a continuación resumo algunas de las muchas medidas que más se relacionan con un impacto positivo:
1.- COMPROMISO: Existe un compromiso claro y firme de la alta dirección con la salud, definiendo los valores, metas y prioridades de la empresa.
2.- PREVENCIÓN:
- Los planes de actuación contemplan la reestructuración y ajuste de las condiciones organizativas como base, no generando expectativas de intervención individual exclusiva. Esto es, la actuación esencial se sustenta sobre la definición de las condiciones psicosociales, planteando la actuación de alcance individual sobre los trabajadores, siempre de forma complementaria y no sustitutiva de las mismas.
- El compromiso con la salud mental se integra desde el primer momento en la vigilancia de la salud. Los protocolos y sus reconocimientos médicos incluyen de forma inequívoca evaluaciones de salud mental, para detectar potenciales problemas, necesidades y generar procesos ajustados de adaptación y reinserción.
- Hay una definición clara de objetivos, asignación de responsabilidades y recursos, y especificación de parámetros cuantitativos y cualitativos para su seguimiento, calibrando la eficacia de las medidas implantadas y posibilitando la incorporación de posibles ajustes
- Se fomenta un clima de tolerancia y concienciación, promoviendo la desestigmatizacón y facilitando a los trabajadores herramientas de psicoeducación. Hay una estrategia más amplia en la que se incluyen las actuaciones de promoción de salud mental que no se presentan como elementos aislados.
- Se propicia un clima de participación y compromiso fomentando la implicación de los trabajadores en las políticas de salud, facilitando la innovación y multiplicando el alcance de las medidas a través de personas/equipos promotores de salud
3.- PROMOCIÓN: Se realizan actividades complementarias de educación y promoción de la salud, divulgando contenidos que ayuden a generar una cultura de tolerancia, información y cuidado en salud mental.
4.- SOPORTE Y APOYO: Existen procesos y canales para detectar precozmente potenciales problemas de salud y establecer las derivaciones oportunas, ofreciendo de forma complementaria, algún tipo de apoyo o recurso de ayuda a las personas que puedan presentar algún problema o necesidad de intervención en salud mental, así como estructura la posible reincorporación tras un proceso con baja por causa de salud mental.