Plataforma Laboral Life
Ya no se habla de compromiso, ya no forma parte de nuestra vida cotidiana el creer en el valor de la palabra que damos, de pronto no es una actitud valorada ni a la que se aspire.
Los que ya tenemos cierta edad no criamos teniendo como referentes a un tipo de personas a las que se les denominaba personas cumplidoras.
Las personas cumplidoras son aquellas que hacen lo que tienen que hacer, aunque el viento les sople en contra, las que se esfuerzan y vinculan para responder a lo que se espera de ellas.
El compromiso con lo que hacemos, con lo que somos y con lo que esperamos de nosotros mismos inevitablemente nos hace sentirnos mejor y como consecuencia nos proporciona un mayor bienestar psicosocial, laboral y existencial.
Las personas empleadas en general se encuentran desmotivadas, estresadas y sobrepasadas por las circunstancias.
La incertidumbre, la velocidad y la complejidad de los cambios nos arrastra hacia pensamientos sombríos que nos dejan devastados y denostados, como si el futuro que queremos tener, fuera cosa de otros, no de nosotros.
Estos futuribles alarmistas o naif según se mire, tienen una gran influencia en nuestro ánimo y en nuestro comportamiento, en definitiva, en nuestras decisiones que son al final las que cambian el sentido de las cosas y de nuestra vida.
Creo que nos merecemos una mejor vida laboral, vida en general.
Porque si estas mal en el trabajo es muy posible que también afecte a tu vida privada y “la pescadilla que se muerde la cola” nunca se desenrosca.
El compromiso siempre es personal e inevitablemente te vincula a otras personas porque es lo que haces para crear relaciones de valor con otros, es lo que marca tu relación con el entorno.
Es la semilla de la reciprocidad, de tu papel protagonista en lo que puedes hacer y cambiar para dirigirte hacia donde quieres estar.
Ángela Moreno
Antropóloga