Un apunte sobre la mejora de la calidad del empleo.
Cabe citar en primer lugar un informe conjunto elaborado en 2019 por la OIT y Eurofound, “Condiciones de trabajo desde una perspectiva mundial” https://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_696335/lang—es/index.htm y que sigue teniendo a mi parecer pleno valor, en el que se proporciona “un análisis comparativo de la calidad del trabajo que incluye aproximadamente a 1 200 millones de trabajadores de todo el mundo: EU-28, China, República de Corea, Turquía, Estados Unidos (EE.UU.), países hispanoparlantes de América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá), Argentina, Chile y Uruguay”, y que analiza siete dimensiones de la calidad del trabajo: “el entorno físico, la intensidad del trabajo, la calidad del tiempo de trabajo, el entorno social, las competencias y la evolución, las perspectivas y los ingresos”, concluyendo que “si bien existen diferencias importantes entre países respecto a estas dimensiones de la calidad del trabajo, también se observan similitudes importantes”. Conclusiones relevantes a mi parecer eran, entre otras, que “Las diferencias de género resultan fundamentales para entender las tendencias de las condiciones de trabajo en todo el mundo”, y que “La calidad del trabajo puede mejorarse reduciendo las excesivas exigencias a los trabajadores y limitando su exposición a los riesgos, así como aumentando su acceso a los recursos en el trabajo que ayudan a alcanzar los objetivos profesionales o a mitigar las consecuencias de estas exigencias. Cada dimensión de la calidad del trabajo también puede mejorarse a través de políticas y prácticas en el lugar de trabajo”
Más recientemente, un artículo https://www.socialeurope.eu/job-quality-a-sine-qua-non-not-just-nice-to-have de Barbara Gerstenberger, jefa de la unidad de vida laboral de Eurofound y coordinados de los equipos de investigación sobre la calidad del empleo en Europa, basados en la Encuesta Europea sobre las Condiciones de Trabajo, y las relaciones laborales en la Unión Europea, nos proporciona amplia información sobre la calidad del empleo en los países de la Unión Europea, y algunos más, y propone medidas concretas para su mejora, partiendo de la premisa de que “aumentar la calidad del empleo mejorando los recursos de los trabajadores es fundamental para afrontar los retos laborales y sociales actuales”.
Y una idea central sobre la que pivota su análisis, a partir de la citada Encuesta, y que creo muy necesario resaltar, es la estrecha interrelación entre los diversos factores en juego, siendo uno de ellos, y no poco importante ni mucho menos, el de una adecuada política empresarial de seguridad y salud laboral.
Nadie discute que un buen salario, o por decirlo en otros términos, una remuneración justa en relación al trabajo realizado, es un buen ingrediente de la calidad laboral. Ahora bien, si este no va acompañado de una autonomía de la persona trabajadora en su actividad cotidiana, en virtud de los conocimientos ya adquiridos o que puede ir adquiriendo a lo largo de su vida laboral, pierde buena parte de importancia.
Queremos jornadas de trabajo que permitan conciliar esa vida laboral con nuestra vida como ciudadanos y ciudadanas, cada persona con sus propias, y variadas, responsabilidades familiares. Ello es muy difícil de conseguir cuando la “inestabilidad horaria” es frecuente y el conocimiento de tu tiempo de trabajo varía de forma rápida, y en muchas ocasiones imprevista, en numerosas ocasiones. Es decir, no basta con pedir, a través de cambios legales o, fundamentalmente, por medio de la negociación colectica, reducción del tiempo de trabajo si esta medida no va acompañada de un mejor y adecuado conocimiento (se le llama “buena organización” ¿verdad) de la vida laboral diaria.
Comparto la tesis de la citada autora: existen muchas vías para mejorar la calidad del empleo, de tal manera que “Se puede hacer hincapié en la reducción de las demandas laborales, haciendo que los puestos de trabajo sean menos agotadores física y psicológicamente y más seguros, al tiempo que se mantiene controlada la intensidad del trabajo. Pero también existe la opción de aumentar los recursos del empleo incrementando la autonomía de los trabajadores, dándoles voz en la toma de decisiones de la organización y garantizando que los trabajadores obtengan el reconocimiento que merecen”.
Y como laboralista, a pocos años de llegar al medio siglo de dedicación a la actividad docente e investigadora, se me “ocurre” una medida tendente a mejorar la calidad del empleo, y no se sorprendan por lo que diré a continuación: el cumplimiento de la normativa, legal y convencional vigente. Estoy seguro de que, si ello se convirtiera en realidad, hablaríamos mucho menos de los “problemas” y mucho más de los contenidos positivos de todo aquello que afecta al mundo del trabajo, que es en definitiva a la mayor parte de la población.
¿Soy muy optimista? No, la historia demuestra que los avances, los derechos se consiguen y se aplican..., aunque también la historia nos demuestra que pueden perderse muy rápidamente. Atentos pues, desde el ámbito político, desde las organizaciones representativas del mundo del trabajo, desde las representaciones del personal en las empresas, a que las normas y acuerdo se cumplan.
Eduardo Rojo Torrecilla.
Catedrático (jubilado) de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración de su navegador en nuestra Política de Cookies.